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Esta semana, un pit bull causaba heridas graves a un bebé de 18 meses en Londres (Reino Unido) y era sacrificado de un disparo por la policía, 24 horas después de que el mismo animal atacara a un niño de cinco años, según informan medios británicos como el ‘Daily Mail’. En nuestro país, hace un par de semanas que un dogo canario hirió a una mujer y su hija pequeña tras matar a un bichón maltés; días después un rottweiler atacaba a su veterinaria. Casos como estos reavivan el debate sobre lo que la legislación española denomina «perros potencialmente peligrosos», capaces de causar grandes daños por su físico. ¿De quién es la culpa y cómo evitarlo?

Suele decirse que las mascotas se parecen a sus dueños, hasta el punto de que un estudio de la Universidad de Leicester (Reino Unido) asegura que la ‘simpatía’ de una persona —evaluada mediante un test psicológico— determina su predilección por los perros que se consideran más agresivos. Los resultados mostraron que los dueños más jóvenes y menos ‘agradables’ tendían a preferir aquellos canes considerados peligrosos, como por ejemplo los boxers. Estas personas no presentaban una mayor tendencia a la delincuencia, sino que querían mostrar su estatus. Exacto: un perro grande y fiero puede hacer las veces de Ferrari en determinados contextos.

Los métodos de entrenamiento «basados en la dominancia» defendidos por los programas de televisión pueden desatar la agresividad

Distintas personas prefieren distintos perros, pero ¿significa eso que algunas razas son más violentas? Multitud de estudios señalan en que los factores que marcan la agresividad de uno de estos animales son variados, e insisten en que el rol principal lo juega el dueño, sobre todo en lo que respecta a la educación y socialización del animal en su juventud.

«La influencia del ambiente durante el período de socialización (entre 3 y 12 semanas) es muy importante. Hasta las razas más dóciles pueden volverse agresivas si no aprenden durante este período que otras personas y perros son seguros», explica a Teknautas la investigadora de la Universidad del Estado de Ohio, Meghan Herron. No haber tenido antes un perro, no entrenarlo, mimarlo y dedicarle poco tiempo son algunos de los factores que pueden convertir nuestra mascota en violenta. En otras palabras: darle una mala educación.

Aunque no sea el factor más importante, esto no implica que todas las razas tengan la misma tendencia a los comportamientos violentos. Herron señala que los perros «potencialmente peligrosos» como el pit bull tienen una mayor tasa de agresión a otros animales. Entre razas seleccionadas para la protección, como pastores alemanes y Chow Chows, hay más ataques a personas no familiares. Otros, como algunos cockeres y terrieres, tienden más a atacar a sus dueños.

El entrenamiento inicial es uno de los puntos clave. Un estudio de la Universidad de Pennsylvania publicado en la revista ‘Applied Animal Behavior Science’ en 2009 concluyó un entrenador agresivo obtiene a cambio un perro agresivo. Métodos de aprendizaje como golpes e intimidación hacen poco por corregir los malos comportamientos, pero pueden provocar respuestas agresivas.

Estos sistemas «basados en la dominancia» y defendidos por programas de televisión y los defensores del entrenamiento de castigo pueden desatar la violencia hacia los dueños, pero además son erróneos en su base. Existe la creencia de que los perros agresivos intentan imponer su control sobre animales y personas y que la solución es ejercer nosotros el dominio. Esto es una leyenda urbana.

Un estudio de la Universidad de Pennsylvania concluyó que un entrenador agresivo obtiene a cambio un perro agresivo

Otro trabajo publicado en la revista ‘Journal of Veterinary Behaviour’ explica que las relaciones entre estos cánidos se crean fruto de la experiencia y no de un deseo de mostrar control sobre el resto. No hay necesidad de mantener el liderazgo en la manada, ni tampoco de que el dueño se imponga como ‘macho alfa’ sobre su mascota. Macho ‘alfa’, un concepto sobre el que el ser humano también tiene una idea errónea: como bien explica Carl Safina en una columna en ‘The New York Times’, el verdadero macho alfa es empático y respetuoso. En otras palabras, los animales que muestran estos comportamientos los reciben fruto de un entrenamiento humano inadecuado.

Comprender las causas que desencadenan los perros es fundamental para impedir ataques y muertes humanas, también para evitar sacrificios innecesarios. Un estudio de la Universidad de Córdoba (España) llevado a cabo en 2009 con más de 700 animales demostró que el tamaño pequeño, el sexo masculino, una edad comprendida entre los 5 y los 7 años y sí, también la raza, eran factores que determinaban la agresividad a nivel poblacional. Sin embargo, el mismo análisis concluía que todo esto tenía un «peso mínimo» en el comportamiento del animal individual.

Herron considera que la solución no es fácil: «Escoger cachorros de padres dóciles y amistosos y hacerles sociabilizar entre las 3 y 12 semanas de edad serían los factores más importantes». El resto depende de nosotros, hasta el punto de que la investigadora defiende «educar a la sociedad para que aprenda a leer el lenguaje corporal» de estos animales para interactuar con ellos de forma más segura.

 

Fuente: elconfidencial