Muchas personas suelen divertirse realizando juegos brutos con el gato. Juegan con sus manos, provocando al gato y haciéndolo rabiar, sobre todo si el gato es pequeño.
Jugar con nuestro gato
Estos juegos, a priori, inocentes, pueden provocar problemas serios mas adelante cuando el gato ya es adulto.
Hoy os traemos un artículo muy interesante de terapiafelina.com, donde nos explica lo que no debemos hacer a la hora de jugar con nuestro felino.
Cuando el gato pasa del mes a los dos meses de edad, pasa por una fase de aprendizaje muy importante: el autocontrol y la intensidad de la mordida. Esto lo suelen aprender mediante juegos con sus hermanos y su madre, por eso es ideal que el gatito viva con su familia hasta los dos meses y medio de edad o con otros gatos que le enseñen. Si el gatito no pasa esa edad con su familia gatuna, y en cambio lo pasa con nosotros, debemos tener cuidado y procurar enseñárselo nosotros. Y estamos haciendo justo lo contrario. En esta fase, al jugar con el gato con las manos, le estamos enseñando dos cosas: que nuestro cuerpo es presa (no olvidemos que el gato es un animal cazador), y que puede morder y arañar todo lo que quiera (ya que siendo pequeño el gatito apenas hace daño). Se le provoca con nuestras manos y se le hace rabiar para que muerda más fuerte, que es justo lo contrario a lo que debe aprender. También se suele jugar a provocarle con los pies. En la mayoría de las ocasiones para el gato esto no es un juego, le hacemos rabiar y enfadamos así que opta por defenderse. No es nada divertido.
¿Qué ocurre cuando el gato es adulto? Que no tiene autocontrol ninguno.
Suelen convertirse en gatos que muerden muy fuerte, que se abalanzan sobre nosotros de buenas a primeras y nos muerden (se lo has enseñado tú), que se comunican de forma agresiva con nosotros para cualquier cosa, que no tienen medida a la hora de morder ni controlan cuando es juego, se frustran. Muchas personas me llaman diciéndome que tienen un gato agresivo, que apenas se deja tocar porque muerde, que len «ataca» mientras caminan por los pasillos de casa, que están sentados tranquilamente y viene el gato y les muerde, y con dos preguntas ya llego al origen del problema, y es éste. Todos estos comportamientos inadecuados suelen estar derivados por un gran error nuestro a la hora de enseñarle, o porque le ha faltado este aprendizaje en la edad adecuada.
Pero nunca es tarde. Si por cualquier motivo el gatito no puede estar con otros gatos durante el mes a los dos meses de edad, nosotros podemos enseñarle, con unas pautas muy fáciles de realizar, además si tu gato es adulto y tiene este problema, ¡nunca es tarde! aplica las mismas pautas:
Por supuesto, jamás jugar con el gato con nuestras manos ni pies, ni tú ni ninguna persona más.
- Provocar al gato a jugar con juguetes, sobre todo los de cuerda larga o caña de pescar, con los que el gato no pueda acceder a nuestras manos mientras jugamos con él. Un gato pequeño y hasta que es adulto necesita mucha actividad. (Leer La actividad de los gatos como prevención de problemas de comportamiento)
- Si nos muerde, no debemos mover la mano (si la presa se mueve, él muerde más fuerte) y debemos chillar, demostrándole que nos está haciendo daño. El chillido debe ser muy agudo, como un cachorrito de perro cuando llora o un gatito cuando un hermano le muerde. Esto lo hacen sus hermanos gatitos cuando juegan entre ellos: uno muerde, el otro chilla, así el que está mordiendo para de morder y suelta a su hermano, así una y otra vez. Cuando nos suelte, debemos retirar la mano o el pie tranquilamente y desviar su atención a otro tipo de juego como los que hemos comentado antes. Este chillido sólo lo debemos realizar cuando se trata de un juego, jamás si un gato nos está agrediendo por otro motivo.
- Hay que respetar el espacio vital del gato y no agobiarle cuando no quiere ser acariciado o cogido en brazos. Cuando demanda actividad, hay que dársela, cuando es el momento del descanso, entonces podremos acariciarle.
Sólo así conseguiremos que nuestro gato esté equilibrado, no le provoquemos problemas de comportamiento, que luego injustamente pagan ellos, pues estos gatos acaban abandonados o sacrificados, diciendo sus dueños que son «agresivos».
Fuente: terapiafelina.com