Como todos los animales, los gatos pasan por diferentes etapas a lo largo de su vida. Me centro más en lo que les afecta a nivel emocional y de comportamiento, para que podamos entender estas fases y por lo que pasa el gato.
Los gatos no nacen «en blanco», genéticamente y como Ser único que es, al nacer ya es diferente a los demás, tiene una base para un carácter que se irá formando poco a poco según sus experiencias. Esta base puede ser equilibrada o puede ser más sensible a cualquier experiencia. Los gatos que ya nacen con un carácter equilibrado, pueden vivir situaciones que perjudicarían a otro gato y no les afecta. Pero la gran mayoría de los gatos no nacen con este equilibrio, por eso siempre insisto en ciertos temas que ayudan a nuestros gatos a estar bien y a no perjudicarles.
El carácter y reacciones de sus padres le afectan, sobre todo el de su madre o los gatos con los que se cría desde que nace. La impronta del primer mes es muy importante para el gato. Si su madre se asusta ante la presencia de personas, como lo hacen las gatas asilvestradas, o se muestra muy a la defensiva ante otros gatos, es información que la madre da a sus bebés y ellos aprenden de ella. El primer mes permanece la camada junta, se alimentan de su madre y apenas tienen actividad, es más comer y dormir.
A partir del mes algunos se muestran ya más activos y exploradores, y sobre el mes y medio comienzan las experiencias. En esta estapa es vital para el gato permanecer con su madre y hermanos. Empieza a destetar de su madre pero eso no significa que ya nos lo podamos llevar a casa. Ahora comienza la etapa más importante de su vida: el aprendizaje. Ya ha sobrevivido, pero ahora, comienza a aprender.
Es por eso que a partir de esta edad, el mes y medio aproximadamente, comienzan los juegos entre ellos, cuerpo a cuerpo, comienzan a explorar, jugar con objetos, la madre les trae presas aturdidas para que practiquen. Hasta los 3 meses de edad, deben permanecer todos juntos y aprender juntos, deben jugar mucho para aprender el autocontrol, su fuerza, sus capacidades de caza, mordida, su lenguaje corporal, por prueba, instinto y también por imitación. Todo esto forma un carácter equilibrado, capaz de relacionarse con otros gatos en su edad adulta de una forma más coherente, adaptarse mejor a las situaciones de estrés y sufrir menos en consecuencia.
Un gato muy equilibrado con herramientas aprendidas, es capaz de vivir adaptaciones a nuevos lugares, a nuevos gatos o perros, a niños muy enérgicos, veterinarios, traslados, sin apenas mostrar o somatizar estrés. Pero un gato que no ha tenido este aprendizaje con su familia u otros gatos, ante situaciones de estrés tiene más miedo, le cuesta más adaptarse, somatiza físicamente todo este estrés, es mucho más sensible y se muestra más a la defensiva que los gatos equilibrados, que son como una balsa de aceite, adaptándose a cualquier cosa.
El miedo o timidez en un gato viene por genética, aprendido de sus padres, o malas experiencias. Pero un comportamiento agresivo por falta de autocontrol, es un mal aprendizaje o la ausencia de este aprendizaje junto a sus hermanos u otros gatos. Un gato tímido por carácter desde luego pasa más estrés que otros, pero también el gato al que no se le ha respetado su aprendizaje y se le ha manipulado mal, sufre y se frustra mucho sobre todo en su relación con las personas y otros gatos, y ante situaciones de mucha tensión o miedo no tienen autocontrol.
Por todo esto el aprendizaje entre el mes y medio y tres meses de edad debe ser con sus hermanos, su madre u otros gatos.
Ocurre mucho que encontramos gatos recién nacidos en la calle, abandonados, en los contenedores de basura, y ante esto lo ideal sería encontrar un hogar donde haya otros gatos u otra madre nodriza que esté amamantando a su camada, normalmente los aceptan (tras un chequeo veterinario). Es muy difícil criar a un gato a biberón, muchos no sobreviven y le falta la presencia de un referente, otro gato.
A los 4 meses ya son muy activos, y según van pasando los meses, se encuentran cada vez más fuertes y ágiles, por lo que su actividad aumenta. Dependiendo del carácter, unos gatos son más nerviosos e hiperactivos, sobre todo los machos, y otros son algo más tranquilos, pero todos los gatitos deben estar jugando y explorando, no es normal un gatito de 4 o 6 meses que se pase el día durmiendo y no quiera jugar.
Hay un cambio también sobre los 4 meses, a veces algo antes, en que los gatos comienzan a ser más precavidos, tener miedo de algunas cosas o ser más sensibles, les afectan más las cosas. Se nota más hacia los 6 meses, cuando ya están preparados para reproducirse y comienzan a tener reacciones más adultas, territoriales, y su lenguaje corporal hacia otros gatos puede ir cambiando. Se empieza a medir con otros gatos, e incluso puede haber juegos que acaben siendo algo más serio. Aquí es cuando el gato empieza a entrar en una fase adulta, que durará hasta el año y medio. Con 18 meses se considera que el gato es adulto, pero es cierto que físicamente no vas a notarlo adulto hasta casi los dos años, y que su hiperactividad de cachorro le puede durar hasta los 3 años.
Por ejemplo, si un gato adulto bufa a un gatito de 2 meses, éste apenas se asusta, pero si tiene ya 4 meses, puede devolver el bufido o ponerse en posición amenazante. Estas etapas son muy cortas y rápidas y el primer año de vida del gato es muy importante.
Un gato puede vivir una media de 15 años, y durante todos estos años se mantiene estable, desde el año y medio o dos años es un gato adulto. A partir de los 5 o 6 años es algo más maduro, y a partir de los 10 años se le empieza a considerar «Senior» o un gato mayor.
Es por esto que a partir de los 10 años conviene hacerle controles veterinarios periódicos, especialmente renales/urinarios, revisar su alimentación, etc., al menos un control geriátrico cada año si muestra algún síntoma, o cada pocos meses si tiene alguna enfermedad ya diagnosticada. El veterinario te orientará sobre esto.
A partir de los 10 años, dependiendo de su estado de salud y vitalidad, puede mostrar signos de vejez o permanecer muy bien durante algunos años más. A los 15 años sí se considera al gato anciano, y casi cualquier cosa que somatiza tiene que ver con su edad. Por ejemplo, maullidos insistentes no dirigidos a la persona pueden darse por pérdida de visión o audición típicos de la edad, se desubican, o empiezan a orinar fuera del arenero porque tienen problemas renales. Por eso es importante un control veterinario periódico y conocer el estado de salud de nuestro gato anciano.
Fuente: Terapia Felina
Laura Trillo Carmona, Terapeuta Natural de Gatos y Comunicadora Felina