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Hoy os traemos un resumen sobre educación canina, en concreto, consejos para niños y padres. Se trata de un resumen de la conferencia de Jaime ‘Santi’ Vidal celebrada hace unos meses y que la página www.srperro.com, nos ofrece.

Consejos para niños y padres:

Lo primero que hay que tener en cuenta es que cuando un perro muerde a un niño, la culpa nunca es del perro o del niño… La regla de oro para evitar problemas es la triple eSe: Supervisión + Supervisión + Supervisión

Y el consejo básico: Hay que proteger al perro del niño. Sí, al perro: un adulto debe evitar que el niño moleste al perro, que le agobie y le asuste. Así se consigue, con naturalidad, que el can entienda que al niño hay que respetarlo. De esa manera no tendrá ningún miedo, ni asociación negativa y no surgirán problemas.

Los perros normalmente son muy educados. Para ellos es muy importante que no haya conflictos, casi más que obedecer una orden. Por eso, entre otras razones, es tan importante saber leer el lenguaje perruno, las señales de calma: esos gestos que hacen los canes para tratar de comunicar a otros perros, a los humanos, que ya han tenido suficiente, que por favor les dejen estar tranquilos… También les sirven a ellos para calmarse y para evitar un posible conflicto.

En estos dibujos de Lily Chin hay ejemplos diversos de señales de calma (ladear la cabeza, desviar la mirada, lamerse el hocico, bostezar, moverse despacio…)

Si observas que un perro que está junto a un niño parece agobiado -a su manera canina- lo que hay que hacer es pedirle al niño que pare de hacer lo que esté haciendo; separarlos con tranquilidad. Lo ideal, claro, es que ni siquiera se llegue a ese punto.

Un consejo básico para los niños: aprender a hacer el árbol. Si están jugando y de pronto aparece un perro que no conocen que parece nervioso o si algún perro salta hacia ellos, lo mejor que pueden hacer es quedarse inmóviles, con la cabeza agachada, abrazándose el tronco, eso es hacer el arbol y es buena idea enseñárselo a todos los niños y practicarlo con ellos.

girl-1561943_1280Lo que le enseñas a un niño sobre cómo tratar a un perro es, en esencia, lo que le enseñas sobre cómo tratar a otras personas: es decir, si le enseñas que hay que respetar el espacio del perro, que hay que tener en cuenta su lenguaje y su forma de ver el mundo… es altamente probable que ese niño aplique esas mismas ‘reglas’ con los humanos. Un niño no tiene que aprender a ‘dominar’ al perro, a ‘estar por encima del perro’ sino a respetarle.

Lo normal es que los perros no tengan ningún problema con los niños, más bien lo contrario: los canes saben bien que si hay cómida en la mano de un niño -o en su plato- lo más probable es que la comparta con su amigo peludo.

Lo que suele suceder es que hay problemas previos en el perro, problemas de conducta que no han sido atajados o tratados y que salen a la superficie cuando llega un niño a casa. O cuando el perro se topa con niños en el parque, por la calle, etc.

¿Por qué? Puede ser por miedo, por desconocimiento o por mala socialización. Si cuando ese perro era cachorro al pasear alguien le tiró reiteradamente de la correa para que no saltara sobre niños (jugando) habrá aprendido a asociar niño=dolor=peligro, y ahora al ver a un niño su reacción no será de ir a jugar sino de evitar. También puede ser un perro estresado, un can cuyo umbral de reactividad es muy bajo y que, por eso, ‘salta’ rápido, se defiende temiendo que el niño sea un peligro que le acecha.

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¿Qué hacer cuando llega un bebé a una casa en la que hay un perro?

– El trabajo empieza antes, con el embarazo. Es importante revisar el estado emocional del can. Si tiene problemas, ese es el momento de llamar a un educador canino para trabajar con el perro antes de la llegada del bebé.

– Hacer una lista de cambios: ¿qué va a pasar cuando llegue el bebé? Menos tiempo para sacar al perro, espacios que de pronto le estarán vetados, momentos del día en los que tendrá que estar solo y tranquilo en alguna habitación, etc. etc. La clave es tener todo esto en cuenta e ir prepaarando al perro gradualmente a lo largo de los meses de embarazo, que vaya aprendiendo con calma.

– Muy importante: trabajar la independencia del perro. Hay que acostumbrar al perro (con premios y de forma gradual) a que sepa estar solo, en una habitación, pero no como un castigo sino como algo normal y natural.

– Hay que acostumbrar al perro a que no salte: se consigue llevando cosas en brazos y agachándose para que el can las huela, cualquier cosa, desde la compra a un periódico. Para que no se excite en exceso y lo tome con naturalidad. Así cuando llegue el niño, será un proceso natural, quien lo lleve en brazos podrá dárselo a oler al perro sin temor.

– Ah, por cierto, lo del pañal no sirve para nada 🙂 Es ese consejo que dan algunos, consiste en llevarle al perro un pañal sucio mientras el bebé aún está en el hospital, para que lo huela y así ‘acepte’ al nuevo miembro de la familia. Pues eso, es un gesto que el perro, posiblemente, ignorará, como tantos otros que hacemos y que para ellos son incomprensibles.

– Cuando el bebé llora, los padres primerizos suelen ponerse de los nervios y eso el perro lo nota y… sí, él también se pone nervioso. Cuanta más naturalidad, menos problemas.

Durante el primer año no debería producirse ningún conflicto, el niño está en su cuna o en brazos y el perro está acostumbrado al nuevo miembro de la familia. Se han ido creando todo tipo de asociaciones calmadas y ambos se llevan bien, sin ‘juntarse’.

– Cuando el niño empieza a gatear, ahí es cuando, de nuevo, es crucial la regla de las tres eses: Supervisión, supervisión y más supervisión. Siempre proteger al perro, y así protegerás al bebé y al niño.

 

¿Qué hacer cuando llega un cachorro/perro a una casa donde hay niños?

– Acordar previamente cómo hay que tratar al cachorro: no hay que asustarle, achucharle o gritar… No hay que coger al cachorro en brazos. Todo esto puede asustarle y si dado que el perro aprende por asociación, a partir de ahí podría sentir miedo sólo con ver a un niño…

– Al principio lo ideal es que el cachorro pueda olisquear por donde quiera, luego ya podrá quedarse en una zona restringida de la casa.

– Lo importante es que el can, esos primeros días, tenga mucha compañía pero muy poca interacción. Que se acople a su nueva casa y a su nueva vida a su ritmo.

– Evitar los primeros días que el cachorro esté sobre excitado, que tenga malestar, dolor o temor. Al revés: hay que tratar de generar asociaciones positivas.

– Hay que inculcar la idea a los niños que estar con el perro es un premio: cuando has hecho tus deberes, entonces puedes estar con él un rato. Puedes jugar, sin agobiarle, etc.

– Si es un perro adulto el que llega a la casa, el proceso es parecido: el primer día hay que dejarle en paz, que haga lo que quiera, que inspeccione todo, no hay que agobiarle.

Aquí podéis ver otro resumen de la conferencia en vídeo.

 

Fuente: www.srperro.com